Tenía un inquilino del infierno. Era muy buena persona, pero vivir con él era una pesadilla. Cuando se fue, una de mis amistades me recomendó Airbnb y decidí probarlo.

Nunca me voy a olvidar de que pensé: “¿Qué estoy haciendo? Podría estar invitando a un asesino serial a quedarse en casa” antes de que llegara mi primer huésped. Era un tipo muy simpático de Boston que llegó caminando con muletas. Gracias a él, recordé que siempre tengo que seguir mis sueños.

Actualizo toda la información que puedo sobre mi barrio, me aseguro de que todo esté limpio y ordenado y presto atención a los detalles como el papel higiénico, ya que me sorprende lo mucho que se preocupan los huéspedes si no hay suficiente.

No demasiado, ya que acomodo Airbnb a mi estilo de vida lo mayor posible y, cuando necesito un descanso, bloqueo fácilmente algunas fechas en el calendario para tomarme un poco de tiempo para mí.

Que los viajeros te inviten a cenar.

Sí, claro. Esta fue una de las cosas que me hizo tomar la decisión de unirme a Airbnb: si hay algún daño o problema, sé que cuento con protección. Tengo un póster de un cantante conocido que me gusta mucho. Creo que lo tengo desde hace 37 años. Si se dañara, me enojaría muchísimo. Saber que este tipo de cosas están protegidas por la Garantía para anfitriones es realmente un alivio.

Mi anuncio apreció en un aviso publicitario de Airbnb. ¡Increíble!